PERFECCIÓN
Las partes de nosotros que no queremos aceptar se quedan dormidas, se mustian mientras hacemos todo lo posible por no mirarlas, para que así no nos recuerden que somos imperfectos a los ojos de aquel que nos juzga.
Cada pequeño o gran defecto, cada cicatriz, deficiencia o deformidad, puede contarnos una historia. Al principio es como un tímido susurro… pero, si aprendemos a prestarle atención, se convertirá en un gran relato acerca del poder personal y de la capacidad de transformarse, o de sobrevivir.
Cuando te sorprendas juzgando la deficiencia o imperfección ajena, mira en ese espejo cual es exactamente la parte de ti que no quieres aceptar completamente.
Aceptarte tal cual eres allana y acelera el camino de recuperación de tu poder personal perdido. Sin embargo, la aceptación no es una idea, ni tampoco un pensamiento, y no se encuentra en la mente. La aceptación es como la compasión, sólo si alguna vez la has sentido sabrás cómo se siente.
La cantidad de atención que prestas a esa parte oculta de ti mismo, te dará una clara visión de lo tupido que es tu filtro, del permiso que te das para SER completo y perfecto, con todos tus defectos incluidos.
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