Tal día como hoy, hace dos años, publiqué esta entrada en facebook.
No es el caso de un cliente, sino una de mis experiencias personales con fecha registrada, pues anoche soñé que tenía los bolsillos llenos de cristales, a causa de un accidente de tráfico.
Cuántas memorias se registran y quedan guardadas en ese inmenso océano que es nuestro inconsciente. ¡Lo vuelvo a compartir hoy, dos años después!
"Hoy me tomé el día libre para descansar, reflexionar y dedicármelo plenamente.
Regresando a casa, en la carretera me econtré con un accidente... "recién hecho". Un camión grande, atravesado en la autopista, estuvo a punto de caer por el puente, intentando esquivar a un automóvil que estaba casi empotrado en la mediana, muy aplastado.
Pues no lo pensé ni un segundo...detuve el coche justo delante del camión y corrí para comprobar si necesitaban ayuda. Al mismo tiempo llegó una cirujana vestida con el uniforme y los zuecos!! ... entre las dos, atendimos a la conductora, una joven frágil y asustada, rodeada de cristales y muy magullada.
Me sentí útil, a pesar de que lo único que podía hacer era ponerla en el presente, hacerla respirar e impedir que se moviera (ella estaba empeñada en irse al trabajo andando). Por su parte, la cirujana buscó en su coche algún recurso y le puso un poco de suero fisiológico en los ojos.
Mientras la policía de tráfico iba despejando la zona, las dos nos sentíamos responsables y al mando de todo lo que estaba pasando allí. Escudriñando la autopistas en busca de sus gafas, recogiendo el contenido del bolso que se encontraba diseminado por todas partes, intentando abrir las puertas que estaban bloqueadas, manteniéndola despierta y haciéndole comprender que era un milagro que estuviera viva e intacta. ¡Ellos se limitaban a desviar el tráfico, nada más!
Ahora me doy cuenta de que, ante una situación así, nuestro cerebro bloquea todo lo accesorio y se queda con lo imprescindible, con que tiene valor en ese momento. Ahora, me estoy dando cuenta de que yo también tengo cortes en los dedos, me están picando las manos... y doy gracias porque no había demasiada sangre...
Esto me hace recordar un episodio de mi vida, cuando tenía unos 15 o 16 años. Bajando por la carretera a toda pastilla, cada una en su moto, eramos las tres chicas más rápidas de la comarca trazando las curvas!! Ese día llegué yo primera, luego Nuria.... y Angelines... que no bajaba... al rato, nos dimos la vuelta y la encontramos en la cuneta, sacando la moto de allí, con un brazo retorcido y la cara destrozada. Nuria, era su hermana menor, y se quedó paralizada; en cambio yo, me la eché a la espalda y me la llevé al dispensario en mi moto (todavía no se cómo lo hice). Una vez allí, esperé hasta que la llevaron a la Paz donde fue intervenida e ingresada.
A su regresó a casa, la familia improvisó una fiesta a la que todos fuimos invitados. Hasta ahí, todo normal...pero.... cuando entré en aquel salón y la vi, con sus escayolas en brazo y pierna, la cara amoratada y la máscara que llevaba en la nariz, de repente me temblaron las piernas y casi me desmayé. Comencé a temblar, me mareaba, sólo podía ver las heridas abiertas, la sangre... aquellas imágenes borradas por 15 días, regresaron con toda su fuerza y causaron en mi un efecto retardado, cuando ya no era imprescindible mantener la calma y la cabeza fría para tomar decisiones.
¿Adivinaís que soy yaciente de alguien que se ocupaba de accidentados y urgencias?
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