Hoy comparto el testimonio de una mujer que acude a consulta para estudiar su árbol transgeneracional.
Mantiene un duelo bloqueado por la muerte de su padre, duelo que estamos trabajando en las sesiones, pero en durante una de ellas surge dentro de sí una furia incontrolable.
Ella es una madre de 3 niñas que, de tanto en cuando están enfermas.... otitis, bronquitis, etc. y se queja de su agobio y sus problemas con las niñas.
Durante el proceso, le presento el programa de desvalorización profunda que existe en su familia, y que le ha llevado a ser una persona controladora en extremo que no se atreve a afrontar los conflictos que mantiene con su pareja ni tampoco quiere escuchar lo que yo le decía en esa sesión.
Este es uno de sus feedbacks, ella sola tomó conciencia, y lo cuenta aquí:
"Una siempre cree que hace lo mejor para sus hijos. En mi caso, las lleno de normas y limites para que funcionen como un reloj: “A comer todo lo que YO he decidido que tienes que comer, A bañarse a las 7 a cenar a las 7:30, no se come con la boca abierta, no se levanta de la mesa mientras se come, se recogen todos los juguetes antes de acostarse, si hace frío te tapas por que yo tengo frío y seguro tu también, ni se te ocurra levantar la voz o hacer ruido que papá está durmiendo la siesta….
En fin, podría continuar con miles de ejemplos de lo que continuamente estoy “educando” a mis hijas. Yo vengo de una familia desestructurada en la que no me pusieron normas ni limites entonces mi razonamiento es: “Si yo al no tener normas ni limites no he sido feliz pues entonces acribillo a mis hijas a normas para que no sufran”¡¡¡ERROR!!! Si sufren!
Sufren mi histeria por cumplir las normas tan rígidas para su edad. Ahora puedo ver con claridad que a la que le estoy poniendo normas es a mi. Intentando poner tantas normas y limites al final está causando un conflicto constante en casa y no veo que en realidad esté funcionando.
Lo que si veo es que mis hijas se sienten sometidas en cuanto a muchos de esos limites y se vuelven rebeldes a mis “ordenes”. Ahora intento ver desde donde hablo a mis hijas, ¿desde mi necesidad de ordenarlas para que “sean felices, o sea para que sea feliz yo” o desde un orden real y natural que ellas mismas buscan?"
(continuará)
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