22 de mayo de 2014

UNA NUEVA VIDA EN PAREJA ES POSIBLE

Hoy comparto este feedback de una cliente que ha estado trabajando intensamente en su programación, y en esta sesión liberó el programa de indiferencia y desvalorización que las mujeres de su clan habían impuesto en ella, haciendo de su matrimonio una relación fría y de conveniencia, por los hijos. Además, el programa de asco a los hombres y a las relaciones sexuales con su pareja.
"Me he dado cuenta de que en mí árbol genealógico las mujeres eran las "cabeza de familia", que el hombre no pintaba nada, que ellas llevaban toda la carga familiar. Me he dado cuenta que yo había asumido el papel de cabeza de familia, y que había apartado a mi marido de todas las decisiones, de la educación de los niños, de la economía de la casa. Cuando comprábamos algo o decidíamos hacer algo que supusiera un gasto de dinero, no contába con mi marido. La opinión de él no contaba en ningún momento de nuestras vidas. 
También me he dado cuenta de que los hombres me daban asco, mucho asco. A mí, que se me acercara mi marido ya me suponía que quería tener relaciones sexuales. No soportaba sus besos, me daba asco que me acariciara. El contacto físico era mínimo, lo justo.
Poco a poco he ido dejando a mi marido de lado, era como tener un mueble más en casa. No tenía ni voz ni voto. Las decisiones en casa las tomaba yo y luego se lo comentaba a él. Siempre, incluso para irnos de vacaciones, yo buscaba el sitio, lo pagaba y luego le decía a él adónde nos íbamos. Los niños le trababan mal, sobre todo el mayor le perdía el respeto con mucha facilidad, y a veces le llegó a insultar, llamándole tonto. Para ellos su padre no contaba, me buscaban a mi para todo... Yo tenía que supervisar las tareas del cole, porque su padre no valía, según pensaba yo, claro!
Me acostaba antes que él, para no tener que soportar que se me acercara, o que me acariciara, porque entonces yo ya suponía que él quería sexo y eso me producía un asco terrible. En cambio, anoche le acariciaba, le besaba, le abrazaba, como nunca lo había hecho. Me gustaba tocarle, algo que tampoco me había pasado nunca, me gustaba acariciarle! Fue un momento maravilloso para mí, por primera vez estaba con él, sin esa voz interior diciéndome que “quiere sexo, que qué asco, que no le quiero a mi lado”.
Por primera vez sentí que somos un equipo y que juntos lo hacemos todo mucho mejor. Y los niños aceptan mucho mejor las normas si se las decimos los dos juntos. El cambio mayor lo noto en mi marido, se puso a fregar los cacharros, algo que siempre decía que lo dejara para mañana, sin yo decir nada, se puso a hacerlo, en lugar de sentarse a dormitar delante de la TV."

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