Ya hemos visto la estrategia
gracias a la cual el ADN mitocondrial de la madre (su memoria memoria transgeneracional)
estará siempre presente en la cadena evolutiva y es la herencia que se transmite
de útero a útero, sin fin. Un fractal que ser reproduce a sí mismo en busca de
su evolución.
Mujer, si tu herencia genética, tus óvulos, ya estuvieron presentes en el
vientre de tu abuela, recibiendo impactos e información, ¿qué necesitaría uno de estos óvulos para actualizarse y evolucionar?
Un espermatozoide… es
obvio!!
En cambio, los espermatozoides del hombre no están presentes en el útero materno, sino que no son creados hasta la pubertad.
Así, el óvulo, y toda su información ancestral, se garantiza evolucionar,
incorporando material genético renovado, incorporando células contemporáneas, las del espermatozoide.
Éste, a su vez, busca implantarse, depositar su información en un territorio, en una "casa" donde pueda intercambiar su principio masculino, el Yang, dentro del receptivo principio femenino, el acogedor Yin del óvulo.
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