El sistema oseo-articular deriva de la hoja embrionaria llamada Mesodermo, que comienza a formarse cuando la madre ya sabe que está embarazada.
Así pues, en el Mesodermo también se registran los estados de ánimo y las emociones de la madre en esta fase temprana del embarazo.
En esta capa embrionaria, se forma el tejido conectivo o conjuntivo, que "conecta" a todas las estructuras internas de nuestro organismo. No es de extrañar que la información celular se transmita por todo el cuerpo con tanta facilidad, pues el tejido conectivo da forma y sostén a nuestro organismo.
La formación de nuestras estructuras básicas, de nuestro sistema de huesos, músculos, cápsulas, articulaciones, tendones y ligamentos, que está dando estructura y soporte a nuestro cuerpo, de una forma simbólica se corresponde con nuestra estructura profunda de VALORES y CREENCIAS. Revisemos entonces nuestro origen biológico, para una mayor comprensión de los síntomas y lesiones.
Se trata del origen biológico del humano primitivo, que aún vive en nosotros...y lo que es más importante: SU DIÁLOGO INTERNO: Cada mañana, tengo que salir de la cueva para conseguir alimento. En el exterior hay muchos peligros...tengo que estar muy atento al tamaño de los demás. Si hay un animal grande, me quedo en la cueva, no voy a salir (moriremos de hambre?)... si hay uno pequeño, voy a cazarlo y regreso con la presa (será suficiente para todos?)
Tambíen hay otros aspectos en los que tengo que sentirme competente: vista, olfato, oído... Tengo que ser muy rápido para correr, en caso de peligro y muy fuerte para la lucha....Si me comparo con otros de mi tribu, salgo perdiendo...?
Por eso, en los conflictos oseo-articulares, reside un fondo de COMPARACIÓN...¿con quién te comparas? Estamos sujetos a un RESULTADO OBLIGATORIO: salgo a cazar y tengo que traer algo, sí o sí...
El ser humano evolucionó desarrollando su MENTE, y por tanto su capacidad de ser inteligente para dominar a otras especies incluso mayores en tamaño y más rápidas que él.
Así que, nosotros en el siglo XXI también estamos sujetos a obtener resultados y, como vivimos en una sociedad competitiva, ya no se trata de traer a la cueva a un animal para poder comer, sino que hablamos de la competencia por la imagen de éxito, la fijación de objetivos, la felicidad de cara a la galería, la satisfacción compulsiva, etc.
Entendiendo todo esto, se hace patente que los conflictos del sistema oseo-articular están relacionados, conectados y teñidos por un concepto “clave”: DESVALORIZACIÓN, el sentimiento de sentirse menos que otros, la perdida de valores y/o la ausencia de valores nuevos sobre los que reconstruirnos con el paso de los años y las etapas de vida.
Las creencias sobre nosotros mismos y sobre nuestro entorno van a darnos la oportunidad de ser revisitadas y revisadas, en función de la zona del cuerpo que se encuentre afectada. Por ello, es imprescindible conocer los 206 huesos y los más de 650 músculos que tiene el cuerpo humano, para poder tratar de manera eficaz estas patologías. Aquí es donde el terapeuta ha de ser muy flexible y el cliente ha de mirar hacia adentro con toda la honestidad de que es capaz.
Para comprender un conflicto de DESVALORIZACION, es importante saber que nuestros VALORES están siempre en relación con nosotros mismos y con nuestro auto-concepto, aunque también lo son los que recibimos de nuestra genealogía, generando la estructura de nuestro Superego, que filtra y decide quienes somos. Así pues, los Valores son los Pilares, las columnas que sustentan nuestro cuerpo, nuestro templo físico.
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